Dos nuevas estaciones de arte rupestre levantino en Millares (Valencia)
Valentín Villaverde Bonilla
José Luis Peña Sánchez
Joan Bernabeu Aubán
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ARCIUVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
VoL XVI (Valencia, 19811
VALENTIN VILLAVERDE BONILLA, JOSE L. PE&A SANCHEZ
y JOAN BERNABEU
(Valencia)
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LEVANTINO EN MILLARES
(Valencia)
El propósito del presente trabajo es, tan sólo, dar a conocer dos
estaciones de arte rupestre situadas en el término de Millares (fig. 1).
La primera de ellas, la Cueva del Cerro, fue descubierta en 1980
por don José Martfnez, quien nos comunicó la noticia y amablemente
colaboró en las tareas de campo que tuvieron por objeto la obtención
de los calcos y .fotograflas pertinentes para su estudio.
La segund'a , el Abrigo de las Cañas, fue descubierta en 1961 (1) y
posteriormente visitada por don Vicente Pascual, quien realizó los
calcos y planta del abrigo. Al permanecer, sin embargo, inédita, don
Domingo Fletcher, aprovechando nuestro desplazamiento, comisionados por el S.I.P., al término de Millares para realizar el estudio de la
primera, nos encomendó también la revisión de los trab~os realizados en la de las Cañas para incluirla en la presente publicación.
(1) J . SOLER CARNICER: «Espeleólogos de la Diputación localizan un abrigo con pinturas rupestreS». «Las ProvinciaS», Valencia, 15 de octubre de 1961.
D. FLETCHER VAI.LS: «Servicio de Investigación Prehistóric&J. Generalitat, l . Valencia,
1962, pág. 89.
J . DONAT ZOPO : cMill.ares, una localidad con pinturas rupestre8J. Almanaque de «Las
ProvinciaSJ. Valencia, 1963, pág. 77 y ss.
D. FLETCHER VAI.LS: «Actividades de la Delegación Provincial de Excavaciones Arqueológicas de Valencia en el primer semestre del ado 1962». Noticiario Arqueológico Nacional,
VI (1962). Madrid, 1964, págs. 379-381.
E. PLA BALLESTER: «Actividades del S.I.P. 1961-65». Archivo de Prehistoria Levantina,
XI. Vlll;encia, 1966, pág. 284.
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VILLAVRBDE, PÜA Y BERNABEU
Dos Aguas
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Abrigo de las
canas
Fig. 1.-Locall&acl6n de loa yaclmlentoa
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ARTB RUPESTRE EN MILLARES
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A pesar de que ambos conjuntos son pobres, en el caso concreto
del Cerro se encuentran muy deterioradas, su localización entre los
términos de Dos Aguas y Bicorp, donde existen otros importantes yacimientos, permite una mejor valoración de los mismos, a la vez que
llena el vacío existente entre ambas zonas.
CUEVA DEL CERRO
A unos 2 Km. de Millares, la cueva situada a 370m. sobre el nivel
del mar, se encuentra en el alto del mismo nombre, que forma parte
de una serie de elevaciones situadas en la vertiente meridional del no
Júc'a r a stl'paso por estalocalidad, en terrenos calizos del cretaceo dominados por las formaciones tabulares.
La cavidad, de unos 11m. de longitud por 2' 5 de ancho en la entrada, se abre a SW dando al barranco· de la Paridera. Las pinturas se
localizan en las dos paredes laterales, pudiendo agruparse según su
distribución en tres zonas, dos de las cuales se sitúan en su interior a
unos 5 metros de la boca; zonas que denominaremos interior izquierda (ll) e interior derecha (ill), mientras que el grupo de entrada recibirá la denominación de entrada izquierda (I) (fig . .2).
El grupo de la entrada (I), situado prácticamente en el techo de la
cueva, está formado por una serie de seis lineas de espesor variable
entre' 5 y 14 mm., de color rojo oscuro; aprovechando una pequeña
concavidad natural de superficie lisa, las lineas, que parecen configurar un semicirculo, se separan a medida que se alejan del supuesto
centro (fig. 3). Su conservación es muy deficiente, ya que esta parte de
la cueva se encuentra afectada por el humo.
El segundo conjunto (ll) está formado por un grupo de cuatro figuras humanas y, al menos, dos animales, hallándose muy alterado por
la formación de líquenes y coladas de carbonato cálcico, lo que afecta
de manera diferente al color rojizo de las figuras, dándoles diferentes
tonalidades.
El grup9 de las figuras humanas (fig. 4), situado a unos 70'cm. del
suelo, desarrolla una escena de dificil interpretación, ya que se encuentra bastante deteriorado. El tamaño de las figuras es de unos 5
cm. en tres de ellas y de 2,5 en la restante. La primera de la izquierda,
en la que se distinguen con claridad las diferentes partes del cuerpo,
parece llevar una falda corta de perfJ.l acampanado, estrecha en la
cintura y abierta hacia las piernas, por lo que bien pudiera tratarse de
una mujer, mientras que las tres restantes parecen ser hombres. La
cabeza de la figura femenina, de forma discoidal, difiere del tocado
triangular de las figuras segunda y cuarta; en la tercera no puede ob- 309-
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lltg. 3.-Caeva del Cerro. Grupo de la entrada (II
(T. D.)
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Fig. 5.-Cueva del Cerro. Grupo ll. Animales y restos pictóricos
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Fig. S.-Cueva del Cerro. Grupo
m. Restos pictóricos indeterminados
5CM
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ARTE RUPESTRE RN MILLARES
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servarse ningún detalle debido al mal estado de conservación de la
parte superior de su cuerpo. En todas ellas, pero sobre todo en la tercera y cuarta, se observa una intención de movimiento a través del
arqu~amiento de su pierna izquierda. Ningún adorno corporal resalta
la silueta de estas figuras cuya disposición en diagonal ascendente, de
izquierda a derecha, da a la composición un carácter de «marcha», de
movimiento pausado, antes que de danza u otro tipo de acción más
violenta; la falta de detalle en los brazos de todas las figuras constituye, sin embargo, un obstáculo importante a la hora de interpretar el
sentido general de la escena.
A la derecha de estas figuras, y a un nivel algo más elevado, se
destacan.. con claridad las siluetas de·dos"animales,. de·los que· sólo·se
conserva la parte trasera del cuerpo y el inicio de las patas, por lo que
resultan de dificil identificación. La primera de ellas, más pequefia,
de unos 4,5 cm. de longitud, ofrece la particularidad de aprovechar
un accidente natural de la roca (lineas marcadas en trazo continuo de
la figura núm. 5) para desarrollar y enmarcar su parte posterior y
una pata, hecho poco corriente en el arte levantino (2). De la segunda
sólo se conservan unos 12 cm. de longitud.
Alrededor de ambos grupos se localizan una serie de trazos dispersos, posiblemente correspondientes a otras figuras destruidas en la
actualidad por las coladas.
En el grupo m, directamente enfrentado al anterior y en la pared
opuesta, s()lo pueden observarse una serie dispersa de trazos similares a los anteriormente descritos, por lo que poco o nada puede decirse de la configuración primitiva del grupo (fig. 6).
En conjunto, podemos sefialar la presencia en un mismo yacimiento de pinturas naturalistas (ll), y otras posiblemente esquemáticas (1), si bien no podrfa asegurarse la relación de unas con otras.
Lo fragmentario de los datos desaconseja cualquier precisión sobre la cronología relativa de ambos estilos.
ABRIGO DE LAS CANAS
El abrigo se h~a en la pared de un acantilado que da a la Rambla
de las Caftas, en la vertiente norte del lugar denominado La Hoya de
las Caftas (3). Se trata de una pequeña cavidad (fig. 7) en la que se lo121 A. BELTRAN MARTINBZ: cBl arte Rupestre Levantino. Cronología, significación.•
Calaarangrista, 31 -32. Zaragoza, 1968, pég. 9 .
(3) J . DONAT ZOPO: op. cit., nota l.
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Pie. 7.-Plaota y aecc:I6D del abrigo de lu Ca6u
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Flg. 8.-Abrlgo de las Cañas. Grupo l . Cérvidos y posible équido
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calizan dos grupos de figuras en mal estado de conservación. Aqui, a
las coladas estalagmiticas y a los hongos y liquenes se unen algunos
desconchados que afectan visiblemente a alguna de ellas.
El primer grupo, de izquierda a derecha, está formado por tres
animales (fig. 8). El único completo es un cérvido de unos 22 cm. de
longitud, de color rojo pálido, consecuencia de la capa calcárea que lo
cubre. Sus patas, con el par posterior extendido hacia atrás y el anterior en sentido opuesto, disposición típica en el arte levantino, denotan claramente una actitud de carrera.
En la parte superior derecha, y enfrentado casi cabeza con cabeza, s~ loc~~za_.~~ s.eg®q~: ñgwa !;~~ l.P qu~ .s.ólo s.e conserva con de.talle la parte delantera (cabeza y cuello), aprovechando un saliente natural para prefigurar las lineas del cuello. El fuerte ángulo formado
por la quijada y la linea inferior del cuello parece indicar que se trata
. de un équido, cuyo paralelismo formal podría encontrarse en la escena de caza a lazo de un équido del Abrigo de Selva Pascuala, en Villar
del Humo (Cuenca) (4). No obstante, la mala conservación de este
ejemplar nos hace dudar de su concreta atribución. Finalmente, la
tercera figura de la que faltan las partes anterior y posterior reproduce un ciervo, tal y como se puede deducir de la representación de parte de la cornamenta. Se trata de una figura de grandes dimensiones a
juzgar por la parte conservada, de color rojizo.
El segundo grupo, situado a 1,5 m. del anterior y, como él, a 1,7 5
m. del suelo, se compone a su vez de tres figuras (fig. 9). La primera
de ellas, situada por encima de las demás, es un c&prido de unos 1O
cm. de longitud. Su color es rojo ocre. Parece en reposo, conservándose malla parte correspondiente a la cabeza. Debajo de ésta se observan restos de una figura humana de la que sólo se conservan la parte
correspondiente a las piernas, una de las cuales se adorna con una jarretera. La apertura de las piernas indica el vivo movimiento que presumiblemente ejecuta la figura. Desgraciadamente el resto del cuerpo
ha desaparecido, por lo que no podemos saber si se trata de un arquero ni si forma escena con el resto de las figuras. La tercera figura del
grupo se puede interpretar con dudas como perteneciente a un bóvido. Su color es rojo descolorido y sólo conserva su parte anterior,
siendo su tamaño de unos 14 cm. Conviene señalar que el arquero se
superpone ligeramente a la cornamenta de dicho animal.
(41 A. BBLTRAN MARTINBZ: «Arte rupestre levantinot. Monografiaa arqueológicas, IV.
Zaragoza, 1968, pég. 155, flg. 104.
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Debemos señalar, para finalizar, el gran tamaño de las figuras de
este abrigo, donde, además, y pese al reducido número de figuras representadas, aparecen cuatro especies de animales diferentes.
Por otra parte, en las tierras superficiales del relleno del abrigo
encontramos algunos fragmentos de sílex, de los que merecen ser destacados una punta de flecha (fig. 10), de retoque bifacial, rota, y una
lasca retocada. Materiales a tener en cuenta a la hora de plantear la
cronologia del abrigo.
A pesar de que son conocidas las discusiones y objecciones planteadas en torno al valor de los conjuntos industriales recogidos en las
~s.t~9i~ne~. con pinturas .(?)~ . cons~deramos la aparición d~. e~ta punt~
..···.
)'lg. 10.-Punta de ftecha del abrigo de lu Cañas
(T. D.)
(5) M. ALMAGRO BASCH: «Los problemas del Epipaleolftico y Mesolftico en Espaflu.
Ampurias, VI. Barcelona, 1944, pág. l.
M. ALMAGRO BASCH: «Arte rupestre naturalista del Levante españob, en Historia de España, de Menéndez Pidal, I, LIV. Madrid, 1947, pág. 443.
E. RIPOLL PERELLO: «Para una cronolog(a relativa del arte levantino españob. Prehistoric Art of the Westem Mediterranean and Sabara. Barcelona, 1965, págs. 167-174.
E. RIPOLL PERELLO : «Cuestiones en tomo a la cronolog(a del arte rupestre postpaleoUtico en la Penfnsula Ibéricu. Simposio de Arte Rupestre. Barcelona, 1966, págs. 165-192.
F. JORDA CERDA: cNotas para la revisión de la Cronolog(a del Arte Rupestre levantino•.
Zephyrus, xvn. Salamanca, 1966, págs. 47-76.
A. BELTRAN MARTINEZ: op. cit., nota 4.
J . PORTEA PEREZ: cEn tomo a la cronolog(a relativa del inicio del Arte levantino (Avance sobre las pinturas rupestres de La Cocina)». Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 11. Valencia, 1975, págs. 185-197.
J . PORTEA PEREZ: «Algunas aportaciones a los problemas del Arte Levantino». Zephyrus, XXV. Salamanc.a , 1974, págs. 225-257.
J . APARICIO PEREZ: «Pinturas rupestres esquemática~ en los alrededores del Santo Espíritu (Gllet y Albalat de Segart, Valencia) y la cronolog(a del arte rupestrel. Saguntum, Papeles
del Laboratorio de Arqueolog(a de Valancia, 12. Valencia, 1977, pág. 31-73.
J . APARICIO PRRBZ: cE} MesoUtico en Valencia y en el Mediterráneo Occidentab. Serie
de Trab~os Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 59. Valencia, 1979, págs. 1992li2.
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de flecha como significativa, ya que no son numerosos los hallazgos
de piezas de carácter tan tardío (6) en relación con éstas, y ello va, de
alguna manera, en favor de las cronologías bajas atribuidas por algunos autores a las fases naturalistas. .
Indicamos con anterioridad la superposición de la pierna posterior del arquero a uno de los cuernos del bóvido. Este aspecto es sumamente interesante, ya que la figura del arquero y la de la cabra, asi
como la serie de trazos irregulares y mal conservados que se sitúan
junto a las piernas del arquero son de un color rojo más intenso que el
de la figura del bóvido. De igual manera, e interrumpida también por
la .colada que s~ sob~ep.one . a ht parte tt:a!i~~~. cl.!!J p()~do, se obseJ;Va
otro trazo, de igual color que el de la cabra y el arquero, de dificil interpretación, pero indudablemente superpuesto al bóvido. Nos encontramos por ello con al menos dos fases dentro del con.junto, diflciles,
sin embargo, de relacionar con' las restantes figuras del abrigo, dado
su mal estado de conservación.
Así mismo es obligado recoger en estas lineas lo problemático de
la interpretación del bóvido. De hecho una serie de desconchados impiden interpretar con rigor si los trazos interrumpidos que se encuentran cercanos pero separados de las dos lineas interpretadas como los
cuernos del animal guardan relación con ellas. Caso de que así fuera,
lo cual en la actualidad es imposible de precissr, se podría pensar en
una cornamenta de ciervo. En su contra está, sin embargo, la extrema
longitud del trazo inferior y el fmal claro apuntado del superior. A su
vez podría considerarse que los trazos situados entre las piernas del
arquero pudieran guardar relación con los que se sitúan en la parte
superior de la cornamenta. Todo ello nos lleva a considerar con reparos a la figura como de bóvido, aún a sabiendas de la extraña disposición de los cuernos, y a no polemizar sobre su valor cronológico habida cuenta de las dificultades de interpretación que encierra.
(6) Conocemos la existencia de otras dos puntas de flecha en relación con uno de los abrigos del importante colijunto de pinturas rupestres, recientemente descubierto por el Centre
d'Bstudia ContestaDa en Castell de Castells (Alicante), actualmente en estudio por dicho Centre en colaboración con el Museo Arqueológico de Alicante. A través de la noticia facilltada
por los miembros del mismo, parece tratarse de un enterramiento Neo-Bneolitico localizado
en una pequeda grieta j unto al abrigo de uno de los colijuntos pintados.
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y JOAN BERNABEU
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LEVANTINO EN MILLARES
(Valencia)
El propósito del presente trabajo es, tan sólo, dar a conocer dos
estaciones de arte rupestre situadas en el término de Millares (fig. 1).
La primera de ellas, la Cueva del Cerro, fue descubierta en 1980
por don José Martfnez, quien nos comunicó la noticia y amablemente
colaboró en las tareas de campo que tuvieron por objeto la obtención
de los calcos y .fotograflas pertinentes para su estudio.
La segund'a , el Abrigo de las Cañas, fue descubierta en 1961 (1) y
posteriormente visitada por don Vicente Pascual, quien realizó los
calcos y planta del abrigo. Al permanecer, sin embargo, inédita, don
Domingo Fletcher, aprovechando nuestro desplazamiento, comisionados por el S.I.P., al término de Millares para realizar el estudio de la
primera, nos encomendó también la revisión de los trab~os realizados en la de las Cañas para incluirla en la presente publicación.
(1) J . SOLER CARNICER: «Espeleólogos de la Diputación localizan un abrigo con pinturas rupestreS». «Las ProvinciaS», Valencia, 15 de octubre de 1961.
D. FLETCHER VAI.LS: «Servicio de Investigación Prehistóric&J. Generalitat, l . Valencia,
1962, pág. 89.
J . DONAT ZOPO : cMill.ares, una localidad con pinturas rupestre8J. Almanaque de «Las
ProvinciaSJ. Valencia, 1963, pág. 77 y ss.
D. FLETCHER VAI.LS: «Actividades de la Delegación Provincial de Excavaciones Arqueológicas de Valencia en el primer semestre del ado 1962». Noticiario Arqueológico Nacional,
VI (1962). Madrid, 1964, págs. 379-381.
E. PLA BALLESTER: «Actividades del S.I.P. 1961-65». Archivo de Prehistoria Levantina,
XI. Vlll;encia, 1966, pág. 284.
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A pesar de que ambos conjuntos son pobres, en el caso concreto
del Cerro se encuentran muy deterioradas, su localización entre los
términos de Dos Aguas y Bicorp, donde existen otros importantes yacimientos, permite una mejor valoración de los mismos, a la vez que
llena el vacío existente entre ambas zonas.
CUEVA DEL CERRO
A unos 2 Km. de Millares, la cueva situada a 370m. sobre el nivel
del mar, se encuentra en el alto del mismo nombre, que forma parte
de una serie de elevaciones situadas en la vertiente meridional del no
Júc'a r a stl'paso por estalocalidad, en terrenos calizos del cretaceo dominados por las formaciones tabulares.
La cavidad, de unos 11m. de longitud por 2' 5 de ancho en la entrada, se abre a SW dando al barranco· de la Paridera. Las pinturas se
localizan en las dos paredes laterales, pudiendo agruparse según su
distribución en tres zonas, dos de las cuales se sitúan en su interior a
unos 5 metros de la boca; zonas que denominaremos interior izquierda (ll) e interior derecha (ill), mientras que el grupo de entrada recibirá la denominación de entrada izquierda (I) (fig . .2).
El grupo de la entrada (I), situado prácticamente en el techo de la
cueva, está formado por una serie de seis lineas de espesor variable
entre' 5 y 14 mm., de color rojo oscuro; aprovechando una pequeña
concavidad natural de superficie lisa, las lineas, que parecen configurar un semicirculo, se separan a medida que se alejan del supuesto
centro (fig. 3). Su conservación es muy deficiente, ya que esta parte de
la cueva se encuentra afectada por el humo.
El segundo conjunto (ll) está formado por un grupo de cuatro figuras humanas y, al menos, dos animales, hallándose muy alterado por
la formación de líquenes y coladas de carbonato cálcico, lo que afecta
de manera diferente al color rojizo de las figuras, dándoles diferentes
tonalidades.
El grup9 de las figuras humanas (fig. 4), situado a unos 70'cm. del
suelo, desarrolla una escena de dificil interpretación, ya que se encuentra bastante deteriorado. El tamaño de las figuras es de unos 5
cm. en tres de ellas y de 2,5 en la restante. La primera de la izquierda,
en la que se distinguen con claridad las diferentes partes del cuerpo,
parece llevar una falda corta de perfJ.l acampanado, estrecha en la
cintura y abierta hacia las piernas, por lo que bien pudiera tratarse de
una mujer, mientras que las tres restantes parecen ser hombres. La
cabeza de la figura femenina, de forma discoidal, difiere del tocado
triangular de las figuras segunda y cuarta; en la tercera no puede ob- 309-
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servarse ningún detalle debido al mal estado de conservación de la
parte superior de su cuerpo. En todas ellas, pero sobre todo en la tercera y cuarta, se observa una intención de movimiento a través del
arqu~amiento de su pierna izquierda. Ningún adorno corporal resalta
la silueta de estas figuras cuya disposición en diagonal ascendente, de
izquierda a derecha, da a la composición un carácter de «marcha», de
movimiento pausado, antes que de danza u otro tipo de acción más
violenta; la falta de detalle en los brazos de todas las figuras constituye, sin embargo, un obstáculo importante a la hora de interpretar el
sentido general de la escena.
A la derecha de estas figuras, y a un nivel algo más elevado, se
destacan.. con claridad las siluetas de·dos"animales,. de·los que· sólo·se
conserva la parte trasera del cuerpo y el inicio de las patas, por lo que
resultan de dificil identificación. La primera de ellas, más pequefia,
de unos 4,5 cm. de longitud, ofrece la particularidad de aprovechar
un accidente natural de la roca (lineas marcadas en trazo continuo de
la figura núm. 5) para desarrollar y enmarcar su parte posterior y
una pata, hecho poco corriente en el arte levantino (2). De la segunda
sólo se conservan unos 12 cm. de longitud.
Alrededor de ambos grupos se localizan una serie de trazos dispersos, posiblemente correspondientes a otras figuras destruidas en la
actualidad por las coladas.
En el grupo m, directamente enfrentado al anterior y en la pared
opuesta, s()lo pueden observarse una serie dispersa de trazos similares a los anteriormente descritos, por lo que poco o nada puede decirse de la configuración primitiva del grupo (fig. 6).
En conjunto, podemos sefialar la presencia en un mismo yacimiento de pinturas naturalistas (ll), y otras posiblemente esquemáticas (1), si bien no podrfa asegurarse la relación de unas con otras.
Lo fragmentario de los datos desaconseja cualquier precisión sobre la cronología relativa de ambos estilos.
ABRIGO DE LAS CANAS
El abrigo se h~a en la pared de un acantilado que da a la Rambla
de las Caftas, en la vertiente norte del lugar denominado La Hoya de
las Caftas (3). Se trata de una pequeña cavidad (fig. 7) en la que se lo121 A. BELTRAN MARTINBZ: cBl arte Rupestre Levantino. Cronología, significación.•
Calaarangrista, 31 -32. Zaragoza, 1968, pég. 9 .
(3) J . DONAT ZOPO: op. cit., nota l.
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Planta
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Pie. 7.-Plaota y aecc:I6D del abrigo de lu Ca6u
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calizan dos grupos de figuras en mal estado de conservación. Aqui, a
las coladas estalagmiticas y a los hongos y liquenes se unen algunos
desconchados que afectan visiblemente a alguna de ellas.
El primer grupo, de izquierda a derecha, está formado por tres
animales (fig. 8). El único completo es un cérvido de unos 22 cm. de
longitud, de color rojo pálido, consecuencia de la capa calcárea que lo
cubre. Sus patas, con el par posterior extendido hacia atrás y el anterior en sentido opuesto, disposición típica en el arte levantino, denotan claramente una actitud de carrera.
En la parte superior derecha, y enfrentado casi cabeza con cabeza, s~ loc~~za_.~~ s.eg®q~: ñgwa !;~~ l.P qu~ .s.ólo s.e conserva con de.talle la parte delantera (cabeza y cuello), aprovechando un saliente natural para prefigurar las lineas del cuello. El fuerte ángulo formado
por la quijada y la linea inferior del cuello parece indicar que se trata
. de un équido, cuyo paralelismo formal podría encontrarse en la escena de caza a lazo de un équido del Abrigo de Selva Pascuala, en Villar
del Humo (Cuenca) (4). No obstante, la mala conservación de este
ejemplar nos hace dudar de su concreta atribución. Finalmente, la
tercera figura de la que faltan las partes anterior y posterior reproduce un ciervo, tal y como se puede deducir de la representación de parte de la cornamenta. Se trata de una figura de grandes dimensiones a
juzgar por la parte conservada, de color rojizo.
El segundo grupo, situado a 1,5 m. del anterior y, como él, a 1,7 5
m. del suelo, se compone a su vez de tres figuras (fig. 9). La primera
de ellas, situada por encima de las demás, es un c&prido de unos 1O
cm. de longitud. Su color es rojo ocre. Parece en reposo, conservándose malla parte correspondiente a la cabeza. Debajo de ésta se observan restos de una figura humana de la que sólo se conservan la parte
correspondiente a las piernas, una de las cuales se adorna con una jarretera. La apertura de las piernas indica el vivo movimiento que presumiblemente ejecuta la figura. Desgraciadamente el resto del cuerpo
ha desaparecido, por lo que no podemos saber si se trata de un arquero ni si forma escena con el resto de las figuras. La tercera figura del
grupo se puede interpretar con dudas como perteneciente a un bóvido. Su color es rojo descolorido y sólo conserva su parte anterior,
siendo su tamaño de unos 14 cm. Conviene señalar que el arquero se
superpone ligeramente a la cornamenta de dicho animal.
(41 A. BBLTRAN MARTINBZ: «Arte rupestre levantinot. Monografiaa arqueológicas, IV.
Zaragoza, 1968, pég. 155, flg. 104.
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ARTE RUPBSTRB EN MILLARES
11
Debemos señalar, para finalizar, el gran tamaño de las figuras de
este abrigo, donde, además, y pese al reducido número de figuras representadas, aparecen cuatro especies de animales diferentes.
Por otra parte, en las tierras superficiales del relleno del abrigo
encontramos algunos fragmentos de sílex, de los que merecen ser destacados una punta de flecha (fig. 10), de retoque bifacial, rota, y una
lasca retocada. Materiales a tener en cuenta a la hora de plantear la
cronologia del abrigo.
A pesar de que son conocidas las discusiones y objecciones planteadas en torno al valor de los conjuntos industriales recogidos en las
~s.t~9i~ne~. con pinturas .(?)~ . cons~deramos la aparición d~. e~ta punt~
..···.
)'lg. 10.-Punta de ftecha del abrigo de lu Cañas
(T. D.)
(5) M. ALMAGRO BASCH: «Los problemas del Epipaleolftico y Mesolftico en Espaflu.
Ampurias, VI. Barcelona, 1944, pág. l.
M. ALMAGRO BASCH: «Arte rupestre naturalista del Levante españob, en Historia de España, de Menéndez Pidal, I, LIV. Madrid, 1947, pág. 443.
E. RIPOLL PERELLO: «Para una cronolog(a relativa del arte levantino españob. Prehistoric Art of the Westem Mediterranean and Sabara. Barcelona, 1965, págs. 167-174.
E. RIPOLL PERELLO : «Cuestiones en tomo a la cronolog(a del arte rupestre postpaleoUtico en la Penfnsula Ibéricu. Simposio de Arte Rupestre. Barcelona, 1966, págs. 165-192.
F. JORDA CERDA: cNotas para la revisión de la Cronolog(a del Arte Rupestre levantino•.
Zephyrus, xvn. Salamanca, 1966, págs. 47-76.
A. BELTRAN MARTINEZ: op. cit., nota 4.
J . PORTEA PEREZ: cEn tomo a la cronolog(a relativa del inicio del Arte levantino (Avance sobre las pinturas rupestres de La Cocina)». Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 11. Valencia, 1975, págs. 185-197.
J . PORTEA PEREZ: «Algunas aportaciones a los problemas del Arte Levantino». Zephyrus, XXV. Salamanc.a , 1974, págs. 225-257.
J . APARICIO PEREZ: «Pinturas rupestres esquemática~ en los alrededores del Santo Espíritu (Gllet y Albalat de Segart, Valencia) y la cronolog(a del arte rupestrel. Saguntum, Papeles
del Laboratorio de Arqueolog(a de Valancia, 12. Valencia, 1977, pág. 31-73.
J . APARICIO PRRBZ: cE} MesoUtico en Valencia y en el Mediterráneo Occidentab. Serie
de Trab~os Varios del Servicio de Investigación Prehistórica, 59. Valencia, 1979, págs. 1992li2.
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12
VILLAVERDE, Pd'A Y BBRNABBU
de flecha como significativa, ya que no son numerosos los hallazgos
de piezas de carácter tan tardío (6) en relación con éstas, y ello va, de
alguna manera, en favor de las cronologías bajas atribuidas por algunos autores a las fases naturalistas. .
Indicamos con anterioridad la superposición de la pierna posterior del arquero a uno de los cuernos del bóvido. Este aspecto es sumamente interesante, ya que la figura del arquero y la de la cabra, asi
como la serie de trazos irregulares y mal conservados que se sitúan
junto a las piernas del arquero son de un color rojo más intenso que el
de la figura del bóvido. De igual manera, e interrumpida también por
la .colada que s~ sob~ep.one . a ht parte tt:a!i~~~. cl.!!J p()~do, se obseJ;Va
otro trazo, de igual color que el de la cabra y el arquero, de dificil interpretación, pero indudablemente superpuesto al bóvido. Nos encontramos por ello con al menos dos fases dentro del con.junto, diflciles,
sin embargo, de relacionar con' las restantes figuras del abrigo, dado
su mal estado de conservación.
Así mismo es obligado recoger en estas lineas lo problemático de
la interpretación del bóvido. De hecho una serie de desconchados impiden interpretar con rigor si los trazos interrumpidos que se encuentran cercanos pero separados de las dos lineas interpretadas como los
cuernos del animal guardan relación con ellas. Caso de que así fuera,
lo cual en la actualidad es imposible de precissr, se podría pensar en
una cornamenta de ciervo. En su contra está, sin embargo, la extrema
longitud del trazo inferior y el fmal claro apuntado del superior. A su
vez podría considerarse que los trazos situados entre las piernas del
arquero pudieran guardar relación con los que se sitúan en la parte
superior de la cornamenta. Todo ello nos lleva a considerar con reparos a la figura como de bóvido, aún a sabiendas de la extraña disposición de los cuernos, y a no polemizar sobre su valor cronológico habida cuenta de las dificultades de interpretación que encierra.
(6) Conocemos la existencia de otras dos puntas de flecha en relación con uno de los abrigos del importante colijunto de pinturas rupestres, recientemente descubierto por el Centre
d'Bstudia ContestaDa en Castell de Castells (Alicante), actualmente en estudio por dicho Centre en colaboración con el Museo Arqueológico de Alicante. A través de la noticia facilltada
por los miembros del mismo, parece tratarse de un enterramiento Neo-Bneolitico localizado
en una pequeda grieta j unto al abrigo de uno de los colijuntos pintados.
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